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Acelerar la innovación pedagógica

Vivimos inmersos en un entorno cambiante que afecta a todos los sectores, desde el primario hasta el tecnológico o la banca, y el mundo educativo no es una excepción. Los avances tecnológicos y las fluctuaciones propias de los mercados económicos determinan un entorno volátil, incierto, complejo y ambigüo (VICA), donde sociedad y organizaciones deben adaptarse a cambios rápidos y constantes. Todo indica que este escenario se perpetuará, y esto nos enfrenta a nuevos retos de formación para un futuro que vamos conociendo a medida que avanzamos. Hay que preparar a los niños y jóvenes de hoy con competencias que les permitan adaptarse a las exigencia del mundo profesional de los próximos años, muchas de las cuales aún no conocemos.

Por tanto, las metodologías que servían hace dos décadas ya no dan respuesta a las necesidades actuales y futuras. Hay que hacer hincapié en un nuevo modelo de aprendizaje coherente con un entorno digital y dinámico, pero tan cambiante que pone en riesgo la empleabilidad de los más jóvenes.

La transformación de los centros

Los centros educativos se encuentran ante el gran reto de transformarse para asegurar la innovación sostenida, tanto metodológica como estratégica, que permitirá gestionar y aprovechar en positivo los cambios constantes que ocurrirán.

La consultora Grupo Humannova propone un modelo integrado de innovación, llamado Innored, que interconecta cuatro áreas de la gestión y dirección de centro, con el objetivo de estar preparados para dar una respuesta ágil y creativa a las necesidades educativas que el siglo XXI irá planteando.

  • Liderazgo transformador
    Desarrollo de estilos de liderazgo que pongan foco en las personas que han de orientar a los alumnos. El liderazgo debe ser potenciador de capacidades, favorecer la creatividad y la colaboración, y ser a la vez emocional y motivador, capaz de crear equipos que se adapten a diferentes objetivos y situaciones. Hay, en definitiva, adquirir competencias de liderazgo y autoliderazgo.
  • Cultura innovadora
    Los valores y creencias del centro deben estar alineados con los de las personas que lo forman. Hay que entender y potenciar las claves de valores orientados a la innovación y la mejora continua, así como en la adquisición de nuevas herramientas formativas y de comunicación. Es necesario establecer un sistema eficaz de transmisión de valores y definir planes de formación desarrollo.
  • Procesos y estructuras
    Los sistemas estructurales y funcionales del centro deben favorecer la innovación, estimulando la creatividad, dotando de medios y circuitos que faciliten el cambio disruptivo. Esto requiere el convencimiento e implicación, en primer lugar, del equipo directivo.
  • Gestión de talento en red
    Hoy día, disponemos de recursos sin precedentes tanto para acceder a información y conocimientos como para compartirlos. La creación de comunidades educativas virtuales permite un ágil trabajo colaborativo que complementa la actividad diaria. Compartir experiencias, consultar, formar e informar en red, ya no sólo internamente sino externamente, acelera. No hay que hacer grandes revoluciones en centros, pero sí es imprescindible abrir espacios de intercambio e interacción entre los docentes para que tengan la oportunidad de reflexionar juntos y sumar sinergias los cambios a nivel de centro y a nivel global.

La clave del éxito: las personas

Si bien todas las variables son importantes, las personas son indispensables para implantar nuevos sistemas de aprendizaje, por lo tanto, hay que incidir en el desarrollo de los profesionales del ámbito pedagógico y conseguir que estén dispuestos a innovar permanentemente, a preguntar en lugar de explicar, a dinamizar el trabajo colaborativo en lugar del individual, a preparar en vez de educar. En definitiva, a encontrar la clave para superar el reto que tenemos en el aula, siempre atendiendo a las diversas realidades personales.

Para alcanzar estos objetivos, los equipos directivos se convierten en catalizadores del cambio, líderes transformadores, impulsores de talento innovador que acelera la capacidad adaptativa de la organización. A menudo no hay que hacer grandes revoluciones en centros, pero sí es imprescindible abrir espacios de intercambio e interacción entre los docentes para que tengan la oportunidad de reflexionar juntos y sumar sinergias con el fin de construir nuevas prácticas educativas centradas en el alumno que le permitan generar estrategias de aprendizaje eficientes.

Los docentes deben ser, a su vez, líderes inspiradores de los jóvenes en formación, y por eso, ellos mismos necesitan desarrollar ciertos comportamientos y competencias derivados de un aprendizaje social-emocional, como son: autoconocimiento, resiliencia, empatía, flexibilidad o habilidades sociales, además de creatividad, pensamiento crítico y trabajo colaborativo.

Las experiencias de implantación de proyectos de transformación cultural en grandes empresas nos dicen que cuando los comportamientos y competencias descritos se instalan en el día a día de los líderes, permiten acelerar el cambio y la innovación. Es el concepto de inteligencia colectiva aplicado al mundo educativo: conseguir que los propios docentes aprovechen su conocimiento colectivo para mejorar las maneras de hacer en el aula y obtener resultados para un futuro sostenible.

Los centros educativos deben preparar a sus estudiantes para reinventarse, colaborar, comunicarse y no dejar nunca de aprender, ya que el mercado de trabajo les ofrecerá trabajos que todavía no existen, entornos impensables hoy; todo será cada vez más volátil y necesitarán tener una base formativa y de valores sobre la que ir construyéndose. Para estar a la altura de estas funciones, los centros deben afrontar el reto de acelerar la innovación pedagógica y apostar por el desarrollo de líderes transformadores

Francesc Porta
Director Asociado
Grupo Humannova

Gina Aran
Socia Directora
Grupo Humannova

Artículo publicado por Mon Docent

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